En nuestro país, hablar sobre relaciones extramaritales es algo cotidiano; todos conocemos a alguien que engaña o “le pinta el cuerno” a su pareja. Como lo expone Juventino V. Castro en su libro “Diálogo de mestizos”, en el cual enlista las características del mexicano: flojo, mentiroso, infiel, conformista, etc.
Por lo tanto en la vida política de México existen funcionarios que son infieles; obvio esto no es bien visto ante la sociedad, pero tampoco es tan penado como en Estados Unidos u otros países; los políticos que son parte de ese grupo de mexicanos que describe Juventino V. Castro reciben alguna penalización dentro de la esfera política de la que forman parte, sin embargo, pasado algún tiempo todo se olvida y vuelve a la normalidad.
Por ejemplo, en el caso de Santiago Creel, supuestamente divorciado, senador del PAN y parte importante del foxismo, al aceptar públicamente su paternidad fue desplazado de la escena política, pero es cuestión de poco tiempo para que regrese a ella.
No es un requisito o algo mega importante que nuestros gobernadores, delegados o el presidente sean fieles para buscar lo mejor para el país, pero les resta credibilidad en su ejercicio.
Además son nuestros representantes, y se supone que compartimos ideales.
Así que si nuestros políticos son infieles, nosotros también lo seremos pero al repensar, volver a pensar libremente, revalorar su política sin miedo y en libertad y reorientar nuestra identidad ideológica, para decidir si seguimos en la misma posición o cambiamos a otra. Y tal vez hasta logremos una revolución de lo que vivimos y modernicemos los modelos ya establecidos.
Por lo tanto en la vida política de México existen funcionarios que son infieles; obvio esto no es bien visto ante la sociedad, pero tampoco es tan penado como en Estados Unidos u otros países; los políticos que son parte de ese grupo de mexicanos que describe Juventino V. Castro reciben alguna penalización dentro de la esfera política de la que forman parte, sin embargo, pasado algún tiempo todo se olvida y vuelve a la normalidad.
Por ejemplo, en el caso de Santiago Creel, supuestamente divorciado, senador del PAN y parte importante del foxismo, al aceptar públicamente su paternidad fue desplazado de la escena política, pero es cuestión de poco tiempo para que regrese a ella.
No es un requisito o algo mega importante que nuestros gobernadores, delegados o el presidente sean fieles para buscar lo mejor para el país, pero les resta credibilidad en su ejercicio.
Además son nuestros representantes, y se supone que compartimos ideales.
Así que si nuestros políticos son infieles, nosotros también lo seremos pero al repensar, volver a pensar libremente, revalorar su política sin miedo y en libertad y reorientar nuestra identidad ideológica, para decidir si seguimos en la misma posición o cambiamos a otra. Y tal vez hasta logremos una revolución de lo que vivimos y modernicemos los modelos ya establecidos.