México se encuentra en los últimos lugares de educación a nivel mundial y al mismo tiempo cuenta con una inversión considerable; o sea, la mayor parte del presupuesto destinado a este sector corresponde al salario de los profesores, quienes por lo visto no están muy interesados en el aprendizaje de sus alumnos, de hecho están ocupados simplemente en cobrar un sueldo y ocupar una plaza, obvio no todos los docentes son así.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estimó en su Panorama de la Educación 2008 que México invierte en promedio por alumno dos mil 405 dólares, con lo que se ubica al final de la lista de los países miembro.
Ante ese panorama el representante de la OCDE, Andreas Schleicher, aseveró que el principal reto de México en materia educativa es buscar mecanismos para estimular el talento de los maestros, pues aunque a nivel mundial perciben salarios muy altos ello no es proporcional a la calidad en el sector, aseveró.
Al presentar los resultados del estudio Panorama de la Educación 2008, elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el jefe de la división de Indicadores y Análisis de la Educación del organismo planteó la necesidad de reorientar en el país el destino del presupuesto educativo.
Indicó que en México la proporción de gasto público que se invierte per cápita en educación es de 23.4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), la más alta entre los países de la OCDE y casi el doble del nivel promedio, que es de 13.2 por ciento.
De ahí la necesidad de reorientar el destino del presupuesto educativo para obtener una calidad educativa proporcional a las inversiones que se hacen, subrayó Schleicher.
El problema de nuestro país es la corrupción, no existiría tal déficit de aprendizaje si los profesores fueran elegidos de acuerdo a su capacidad e interés para enseñar, pues todos sabemos que la existencia de influencias y sindicatos en el sector educativo es algo que impide que personas realmente interesadas en el desarrollo del país se integren al sector educativo, pero nadie hace nada para cambiar esta situación.
México podrá experimentar un cambio y un avance en la educación hasta que expulse a esas personas del sistema, aunque no será fácil, porque recordemos que nuestro sistema político y económico tiene relaciones estrechas, es decir, sin uno no funciona el otro, en otras palabras, la política es manejada por minorías poderosas económica o políticamente. El dinero puede ser invertido pero nadie asegura su buen uso.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estimó en su Panorama de la Educación 2008 que México invierte en promedio por alumno dos mil 405 dólares, con lo que se ubica al final de la lista de los países miembro.
Ante ese panorama el representante de la OCDE, Andreas Schleicher, aseveró que el principal reto de México en materia educativa es buscar mecanismos para estimular el talento de los maestros, pues aunque a nivel mundial perciben salarios muy altos ello no es proporcional a la calidad en el sector, aseveró.
Al presentar los resultados del estudio Panorama de la Educación 2008, elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el jefe de la división de Indicadores y Análisis de la Educación del organismo planteó la necesidad de reorientar en el país el destino del presupuesto educativo.
Indicó que en México la proporción de gasto público que se invierte per cápita en educación es de 23.4 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), la más alta entre los países de la OCDE y casi el doble del nivel promedio, que es de 13.2 por ciento.
De ahí la necesidad de reorientar el destino del presupuesto educativo para obtener una calidad educativa proporcional a las inversiones que se hacen, subrayó Schleicher.
El problema de nuestro país es la corrupción, no existiría tal déficit de aprendizaje si los profesores fueran elegidos de acuerdo a su capacidad e interés para enseñar, pues todos sabemos que la existencia de influencias y sindicatos en el sector educativo es algo que impide que personas realmente interesadas en el desarrollo del país se integren al sector educativo, pero nadie hace nada para cambiar esta situación.
México podrá experimentar un cambio y un avance en la educación hasta que expulse a esas personas del sistema, aunque no será fácil, porque recordemos que nuestro sistema político y económico tiene relaciones estrechas, es decir, sin uno no funciona el otro, en otras palabras, la política es manejada por minorías poderosas económica o políticamente. El dinero puede ser invertido pero nadie asegura su buen uso.